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CBianchiRoss/Vida y Obra

Vida de café

Vida de café

Rigoberto Rodríguez Entenza

 

Hace unos días ese exquisito editor y buen amigo que es Alfredo Zaldívar, tuvo a bien obsequiarme un libro de cuya imagen visual emerge el misterio de la belleza, cosa lograda gracias a la ingeniosidad y coherencia en el diseño de Johann Trujillo. Vida de café (Ediciones Matanzas 2008) es, a primera vista, uno de esos objetos que se manipula con el mismo cuidado con que llevamos las mejores páginas de nuestra memoria; pero también, para mayor dicha, agréguesele el contenido principal: el texto mismo, integrado por una serie de crónicas escritas por el conocido periodista y escritor Ciro Bianchi Ross.

A Ciro los lectores de Juventud Rebelde, cada domingo –o lunes, que no siempre se coge a tiempo- le agradecen verdaderas joyas, textos que nos hacen evocar lo mejor del oficio periodístico. Quizá por eso mismo, al terminar la lectura, cuando ya entrada la noche saboreaba los artificios constructivos de cada pieza, cuando danzaba en el límite preciso entre la realidad y la imaginación, recordé a otro gran cronista, Lisandro Otero.

Con este último hablé apenas dos veces; la primera, en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, ubicado en la casona donde vivió la autora de la novela Jardín; fue un intercambio breve, del que apenas recuerdo el tono de su voz, grave y segura; en esa oportunidad le comenté mi preferencia por su novela Temporada de ángeles, la cual considero su mayor hallazgo. Tras agradecerme aclaró que había otros lectores –y críticos- que también la tenían como su mejor obra. Eso fue todo. La segunda justifica mi digresión; ocurrió durante una de las jornadas santiagueras de La Feria del Libro del año 2004, a la que acudí invitado por gente buena y de palabra como Reinaldo García Blanco y Teresa Melo. En un salón del Teatro Heredia sesionaba una mesa redonda para hablar sobre los vínculos entre literatura y periodismo. Antes de comenzar su exposición, Lisandro Otero y yo nos cruzamos otras palabras; él, tras una pregunta, me dijo algo que luego repitió en su intervención: se habla de periodismo literario, a mí en muchas ocasiones me han preguntado qué usted cree; pero sobre ese tema lo que quiero decir es que no existe; al menos desde mi punto de vista no existe. Fue así de tajante y lúcido; luego explicó que los oficios del escritor y el periodista tienen funciones distintas; su gran similitud es que ambos utilizan la lengua como código de expresión. Lo medular es que al usarla deben bailar y bailar bien en el domino de las palabras. En el ejercicio del reportero el idioma es utilizado en aras de un resultado comunicativo, mientras que la literatura, nos guste o no, tiene otras preceptivas y propósitos. Claro, a todo esto hay que ponerle un pero muy importante y es que hay periodistas que hacen de su arte, dicho este último término con toda intensión, una verdadera eclosión de belleza en la construcción textual. Cuando uno lee las crónicas periodísticas de Martí o Carpentier, siente una afluencia, una armonía que nos remite a la mejor literatura; pero nótese en ellas la preferencia por infirmar desde una visión realista, definida hacia una remisión al hecho y no hacia un espacio reconstruido; así mismo me ha ocurrido a mí al leer los contenidos de Palabras de ocasión de Lisandro Otero o más recientemente un conjunto como Vida de café, de Ciro Bianchi Ross, para solamente citar dos casos en el vasto conjunto de la crónica cubana.

Bianchi Ross es un artífice cuyas líneas he disfrutado con mucho. Su manera de operar con el idioma español nos lleva a la sabiduría y el placer, dos esencias tan necesarias como difíciles de consumar en el ejercicio con la lengua nuestra de cada día.

Así como lo cuento (Ediciones Abril 2004), Yo tengo la historia (Ediciones UNION 2008) y ahora Vidas de café, son textos donde se nos ofrece la oportunidad de asistir a una escritura cuya virtud principal es la unidad entre lo narrado y la forma de contar de este hombre que teje su universo tomando de la realidad hechos y motivos cuya inherencia fluye como si cada elemento hubiese siempre estado en ese orden; porque a la hora de organizar el nuevo cuerpo los nexos entre los elementos parecen absolutos.

A tenor de todo esto me gustaría recordar que hay ejemplos de periodistas cuya belleza en el discurso nos hacen pensar en la literatura, algunos escritores ellos mismos. A esa estirpe pertenece Ciro Bianchi Ross, quien por décadas ha ejercido un periodismo en el que son transversales la sensibilidad y la maestría. Sus crónicas son verdaderas piezas de lujo de nuestra lengua. Para comprobarlo léase esta, su más reciente entrega, Vida de café.

El autor nos entrega en sus páginas un conjunto de crónicas costumbristas en las que sobresale una prosa ágil, atenta a motivos consustanciales con la cotidianidad de los cubanos. Sabe Ciro que la gran historia cubana tiene ocultos un cúmulo de personajes, motivos e intensiones en los que se refleja la esencia de las peripecias del cubano, sus pícaras e inteligentes giros, su ir de un estado de cosas a otro sin perder su centro, su perspectiva; siempre sumando humoradas y soluciones que han permitido estar en el aquí y el ahora con una identidad que se teje desde entramados tan diversos que a veces parecen díscolos.

Los personajes de nuestra existencia: el tacaño, el hablador, el escandaloso,  el bodeguero, el barbero, la prostituta, el cochero, en fin, una galería de personajes que han ascendido desde el meollo de la nación por ya casi cinco siglos y desfilan por espacios tan curiosos como ellos; a saber: un velorio, un cine o un barrio donde lo marginal y lo institucional se cruzan y toman un solo camino.

El costumbrismo contenido en las crónicas en Vida de Café, tiene ese aliento popular que convierte a cada una en verdaderos actos comunicativos, dialógicos, donde los protagonistas vienen a nosotros como viejos y eternos consortes y en ocasiones parece que se nos habla de un ser entrañable, querido o detestado; pero entrañable. Es este un recorrido por el itinerario espiritual de los cubanos, un espacio en el que se puede leer una importante zona de la historia y la manera de asumirla de quines han vivido en esta isla subsumida en la palabra de un maestro, Ciro Bianchi Ross.

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